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TRANSTORNOS MENTALES

La OMS (Organización Mundial de la Salud) describe salud mental como un estado de bienestar en el que el individuo es consciente de sus capacidades, puede afrontar las exigencias normales de la vida y trabajar productivamente y de modo fructífero, y a la vez es capaz de contribuir a su comunidad. Una vez establecidos los términos de salud mental, pasemos a la definición de enfermedades mentales:

 

Las enfermedades mentales son una alteración de tipo emocional, cognitivo y/o del comportamiento en que quedan afectados procesos psicológicos básicos; y que dificulta a la persona en su adaptación en el entorno cultural y social. Otra definición más concreta podría ser el síndrome o  patrón de carácter psicológico sujeto a una interpretación clínica que, por lo general, se asocia a un malestar o a una discapacidad. En ambos casos estas alteraciones se manifiestan en trastornos del razonamiento, del comportamiento, de la facultad de reconocer la realidad y de adaptarse a las condiciones de la vida. Los trastornos mentales pueden ser consecuencia de factores biológicos (ya sean de orden genético, neurológico u otros), ambientales o psicológicos. Una concepción errónea muy frecuente es pensar que la clasificación de los trastornos mentales clasifica a las personas, cuando lo que realmente hace es clasificar los trastornos de las personas que los padecen.

 

Entre las enfermedades mentales serias se encuentran: la depresión, la esquizofrenia, el trastorno bipolar, el trastorno obsesivo-compulsivo (TOC), el trastorno de pánico, el estrés post-traumático (PTSD), y el trastorno de la personalidad.

 

TRASTORNOS DE LA PERSONALIDAD

Los trastornos de la personalidad son una rama de las enfermedades mentales de la que no se tiene tanto conocimiento como de otras debido al hecho de que estos trastornos son variantes cualitativas de la persona y no cuantitativas, es decir, que el trastorno depende del tipo de persona que lo padece. Los rasgos de personalidad se consideran anormales solo en el punto en el que llegan a ser conflictivos  para el paciente o para la sociedad. Podemos clasificarlos en: trastornos de la dimensión afectiva o emocional, trastornos del sentido de la identidad, trastornos del control de impulsos y trastornos del sentido de la realidad.

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